Con demasiada frecuencia nos quedamos atrapados en el pasado o en el presente, en lugar de abrazar un nuevo futuro. Recordemos el viejo adagio "No llores sobre la leche derramada". Tanto el pasado como el presente pueden impedirnos un futuro satisfactorio. La Cuaresma consiste en salir de la oscuridad del pasado y del presente para entrar en la luz del futuro. Los misterios pascuales nos hablan de atravesar la oscuridad de un Viernes Santo hacia la luz, la alegría y la paz de un Domingo de Resurrección. Las tres lecturas de este domingo nos invitan a caminar hacia un futuro nuevo y mejor. En la primera lectura, el profeta Isaías oye decir al Señor: "No recuerdes los acontecimientos del pasado, las cosas de antaño no las consideres; ¡mira, estoy haciendo algo nuevo!". Pablo, en la lectura de Filipenses, aconseja: "Sólo una cosa: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está por delante. Continúo mi persecución hacia la meta, el premio del supremo llamamiento de Dios, en Cristo Jesús ." En el hermoso pasaje del Evangelio de Juan, oímos a Jesús llamar a la mujer sorprendida cometiendo adulterio a vivir una vida nueva y más plena. La eleva de la desesperación del pasado a un futuro en el que experimentará el perdón, la esperanza, la paz y la alegría. La historia describe a una mujer sorprendida en adulterio, a la que sus acusadores hacen desfilar ante la multitud y ante Jesús -no por ningún sentido de justicia y, desde luego, sin ningún atisbo de compasión por la mujer avergonzada-, sino sólo para tender una trampa a Jesús y ver si pueden desacreditarlo, encarcelarlo e incluso condenarlo a muerte. Esta táctica resulta contraproducente. Jesús recuerda a los acusadores sus turbios pasados y sus poco nobles propósitos. Una vez que se escabullen, Jesús le dice a la mujer temblorosa y con los ojos llorosos: "Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? ... Ni yo te condeno. Vete, y desde ahora no peques más". Jesús le dice a la mujer que deje atrás su pasado y abrace un nuevo futuro. La invita a salir de la oscuridad del pecado para entrar en la luz de un nuevo futuro de fidelidad a Dios. Dios siempre nos llama a un lugar mejor. Nos invita a dejar atrás menos y a elegir una vida de más. La invitación que nos hace a todos durante los días que quedan de Cuaresma es a salir del menos que hemos aceptado para nosotros mismos y entrar en una vida de gracia de más en Cristo.

© 2013 Eugene S. Ostrowski