Hoy, cuando me dirigía a la iglesia, había una ligera capa de nieve en el suelo. Al mirar al jardín, el verde de los azafranes y los jacintos se abría paso entre la tierra y la nieve. En el frío del invierno, siento la promesa de la primavera. Sabemos que la promesa de la Cuaresma es la Pascua. Sabemos que el Viernes Santo dará paso al Domingo de Resurrección. Cada año, el Evangelio del primer domingo de Cuaresma nos habla de las tentaciones de Cristo. Cada año, el Evangelio del segundo domingo cuenta la historia de la Transfiguración de Jesús. El primer domingo nos recuerda la lucha que debemos librar. El segundo domingo nos habla de la gloria que se dará a los que luchen. En las lecturas de este domingo, escuchamos la promesa de Dios para el futuro. En la lectura del Génesis, escuchamos las promesas de Dios a Abraham: una gran multitud de descendientes y la promesa de una tierra. Abraham creyó en las promesas de Dios y le fue fiel. En la segunda lectura, Pablo nos llama a ser fieles. "Por tanto, hermanos míos... manteneos firmes en el Señor". En el relato evangélico de la Transfiguración, se nos recuerda que Cristo tuvo primero que sufrir y luego entrar en la gloria de la resurrección. Hoy se nos recuerda que, en un mundo de promesas vacías, hay alguien que siempre es fiel, alguien que cumple sus promesas. Al final de todo, hay una transfiguración, un paso a la vida eterna. Soportamos el invierno porque la primavera está cerca. Sabemos que no hay Domingo de Resurrección sin Viernes Santo. Sabemos que la fidelidad en el aquí y ahora conduce a plenitud de vida para siempre. Sabemos que esto es verdad porque Dios lo ha prometido en Jesucristo . DIOS CUMPLE LAS PROMESAS HECHAS.
© 2013 Eugene S. Ostrowski